Palabras de clausura del XIV Encuentro Islam en Europa

En primer lugar me gustaría daros a todos la bienvenida a este lugar y deciros que aunque me hayáis visto muchas veces sentando aquí, sigue siendo para mí un verdadero honor y privilegio poder dedicaros unas palabras, y aunque no lo creáis, aún sigo poniéndome nervioso a la hora de hacerlo.
Esta vez más que otras la verdad, ya que el tema es un tema muy interesante, y no solo eso, si no que además es un tema que me afecta a mi personalmente, ya que el título general de este evento, como todos sabéis es: “Conocimiento del Islam a través de sus Imames”.
Lo primero por lo que me gustaría comenzar, como no puede ser de otra manera, es por el principio, y ese principio es la primera palabra del título, que es: conocimiento. No voy a hablar del mérito del conocimiento, de la recompensa que encierra, de la supremacía de la persona de conocimiento, porque a lo largo de estos tres días ya se ha mencionado en más de una ocasión, por lo que no creo que sea necesario hacerlo otra vez.
¿A qué conocimiento nos estamos refiriendo? Nos estamos refiriendo al conocimiento del Islam, al conocimiento del Din, a lo que en árabe se suele llamar tradicionalmente como el ‘ilmu ddin, que es el conocimiento en el que nos vamos a centrar. En la brillante conferencia de Hayy Abdal Ghani de ayer, nos habló, entre otras cosas de tres niveles de transmisión de conocimiento, el ta’lim, la tarbiyah y la tarqiyah. Yo hoy, con el permiso de Allah me voy a centrar principalmente en el primero de estos niveles, el ta’lim, aunque muchas de las cosas que voy a decir abarcan también el resto de las categorías.
Este tipo de conocimiento es tiene diferentes niveles, que aunque hay más, los podemos resumir y condensar en dos: el que es obligatorio para todo musulmán, que es fardu a’in, que implica el conocer aquello que es obligatorio para ti, como por ejemplo el cómo hacer la oración, conociendo previamente las purificaciones, el cómo ayunar, el conocimiento del zakat, en caso de que sea obligatorio para ti pagar el zakat, el conocimiento del comercio en caso de que seas comerciante…
Este conocimiento también abarca (y de hecho si lo tuviéramos que categorizar diríamos que antes que el conocimiento del Fiqh de las ‘ibadat, que es lo que acabamos de mencionar, iría el conocimiento de Allah y de sus Mensajeros, o dicho con otras palabras, el conocimiento de lo que creemos) el conocimiento de nuestra ‘aqidah. Como dice Ibn ‘Ashir: Awalu wayibin ala man kuliffa, mu
Este tipo de conocimiento hemos dicho que es una obligación individual para todo musulmán y musulmana, y en una comunidad de musulmanes debe haber siempre un campo que permita la transmisión de este conocimiento, y es bueno animar continuamente a la gente a que acuda a estos círculos para que así no se pierda este conocimiento y sea algo vivo, ya que como se suele decir: “La comunidad en la que no está presente el conocimiento, es una comunidad, un grupo de gente que está gobernado por sus apetitos y pasiones”.
Por encima de este ‘ilm, está el ‘ilm, el conocimiento (y recordad que hablamos siempre del conocimiento del Din) que no es una obligación particular, si no una obligación colectiva, un fard kifayah, cuya definición es: “Una obligación para una comunidad, o un grupo de gente, que si la llevan a cabo algunos miembros de esa comunidad deja de ser obligatoria para el resto”.
Este tipo de gente, los que se asumen sobre sus hombros la responsabilidad de ser la gente de esta categoría de conocimiento, son lo que solemos llamar los ulamas, que es el plural de ‘alim, la gente de conocimiento, la gente que ha dedicado o dedica gran parte de su tiempo, por no decir toda su vida, a la adquisición del conocimiento del Din.
Dentro de esta categoría entran los imames, y con los imames no me estoy refiriendo a los imames de las mezquitas, si no que me estoy refiriendo a los grandes imames de la historia del Islam, tanto del pasado como del presente, que son la gente que ha mantenido viva –y que continúan haciéndolo– la llama del Din.
Estos son auténticos héroes, son realmente los herederos de los Profetas y los Mensajeros, ya que ellos no han dejado en herencia riquezas ni posesiones, si no que lo que han dejado es un legado, y son estos imames los que a través de casi mil quinientos años de historia han mantenido y preservado el Din y que, lo vuelvo a repetir, continúan haciéndolo en nuestros días.
Los primeros en esta categoría, los que están en un nivel superior, son por supuesto los cuatro imames que todos conocemos, los imames de los madhahib, que en un orden cronológico son Abu Hanifa, Malik, Shafi’ y Ahmad Ibn Hambal.
Ellos son los que a través de sus enseñanzas y sus seguidores han permitido que la esencia y la pureza del Din permanezcan vivas y por ello debemos estarles tremendamente agradecidos. Comprender esto es vital, es fundamental hacerlo y lo es mucho más en nuestros días, en los que desgraciadamente existe esa tendencia de menospreciarlos y devaluarlos y decir: “No no, eso no vale, tenemos el Corán y la Sunna y lo que debemos hacer es seguir cada uno de nosotros nuestra propia comprensión y entendimiento del Corán y de la Sunna”, o dicho con un término técnico, debemos hacer nuestro propia Iytihad.
Y no voy a entrar a hablar sobre lo que es el Iytihad y el Taqlid, las condiciones que debe reunir la persona para hacer Iytihad, y esto realmente es algo muy interesante y que todos deberíamos conocer, pero el tiempo del que dispongo es limitado y no voy a entrar a hablar de ellos.
Si queréis que os sea sincero, cuando yo escucho este mantra de que cada uno debe hacer su propio Iytihad, me entristezco profundamente por un lado y por otro me enervo, me entristezco porque digo: “¿Qué está ocurriendo? ¿Es que no hemos entendido nada? ¿No nos damos cuenta de la necesidad que tenemos de ellos? ¿No somos conscientes del papel vital que han desempañado?”. Y me enervo porque digo: “¿Somos acaso tan arrogantes e ignorantes, tan orgullosos e ingratos, que vamos a tirar a la basura, vamos a tirar por la borda el inconmensurable trabajo que realizaron estos nobles hombres?”.
Esto es algo que está ocurriendo, es algo que desgraciadamente vemos en nuestros días; el menosprecio que sufren los grandes imames. Yo he llegado a escuchar y leer cosas terribles sobre ellos, cosas que para el que es capaz de comprender la importancia de esto son realmente muy dolorosas y que por respeto a ellos y a vosotros no voy a pronunciar hoy aquí.
Pero pongamos por caso que alguien viene con esto, como a mí me ha llegado a pasar, gente que dice que hoy en día no tenemos la necesidad de seguir a los imames del pasado, que debemos hacer una nueva reinterpretación del Corán y de la Sunna, que hay que establecer un madhhab universal, que en tal cadena de televisión un hombre con un turbante muy grande ha dicho que hoy en día no hay que seguir ningún madhhab, que Imam Malik, Abu Hanifa, que si, que fueron muy buenos, pero que sus enseñanzas hoy en día no son válidas, que yo he leído un hadiz en el Sahih al Bujari que dice esto, y el Imam Malik no lo tiene en cuenta pues lo hace de manera diferente, así que por eso no hay que seguirles, y que lo que hay que hacer, es eso, cada uno de nosotros su propio Iytihad…
Lo primero es que al que te venga con todo esto, lo mejor que puedes hacer es ignorarle, darle una respuesta así un poco por encima y dejar que se vaya, ya que suelen ser personas con ansia de protagonismo, de querer ser algo; entonces lo mejor es eso, quitártelos de encima de la mejor manera posible. No obstante si sigue queriendo discutir contigo, seguramente llegaréis a un punto en la conversación, o en el acalorado debate, en el que él te diga algo del Corán o de la Sunna y que tu le digas algo del Imam Malik; y entonces dirá: “ahá, yo nombro a Allah y a Su Mensajero y tu nombras a Malik, o a Abul Qasim, o a Sahnun, o a Jalil, o al que sea de los grandes Imames, así que los estás poniendo a ellos por encima de Allah y de Su Mensajero”.
Si la conversación llega a este punto, entonces remángate y, como diría mi padre, le dices: “Mira bonito mío, cuando yo digo dijo Malik, –o dijo el que sea de los grandes Imames, pero vamos a poner el caso del Imam Malik ya que es el más cercano a nosotros–, entonces, cuando yo digo dijo Malik, lo que realmente estoy diciendo es: “Dijo el Imam Malik Ibn Anas, el más noble y conocedor de los Tabi’ At-Tabi’in, el que según la mayoría de las opiniones hace referencia el Mensajero de Allah, salla allahu alaihi wa sallam en su conocido hadiz cuando dijo: Está cerca el momento en que la gente golpee las axilas de las cabalgaduras y los hígados de los camellos (alusión a emprender un viaje) buscando el conocimiento; y no encontraran un sabio más conocedor que el sabio de Medina”, del que el Imam Shafi’ dijo: “cuando se mencionan los ‘ulamas Malik es la estrella”; el que parecía que se suspendía entre el cielo y la tierra cuando le pedían que emitiera un fatwa (esa palabra tan usada también hoy en día) debido al compromiso y la escrupulosidad que para él significada eso, el que decía que el escudo, que la protección del hombre de conocimiento es decir no se, el que como dijo Hayy Abdulghani ayer no montó ningún animal en la ciudad de Medina, ya que decía que esas calles había caminado el Mensajero de Allah y que por tanto él no lo haría montado sobre un animal, el que a la hora de hablar del hadiz, de las palabras del Mensajero de Allah hacía wudu, se vestía bien, se peinaba, se perfumaba y se lo tomaba con la máxima gravedad y seriedad posible, cuando digo que él dijo algo, a lo que me estoy refiriendo es que lo dijo, basándose en su profunda comprensión y entendimiento de la palabra de Allah, o de la palabra del Mensajero de Allah, salla allahu alaihi wa sallam, o de las palabras y las acciones de los que fueron testigos con sus propios ojos y acciones de las palabras y acciones del Mensajero de Allah, o de los tabi’in que comprendían claramente la palabra de Allah y de Su Mensajero, y que imitaron aquello que vieron hacer a los compañeros del propio Mensajero de Allah… que esto, es así.
Eso es realmente lo que estoy diciendo cuando digo: “Dijo el Imam Malik”. Luego dile, si todavía sigue con ganas de guerra: “Y tu me dices que es mejor para mí dejar todo esto y seguir lo que dicen Allah y Su Mensajero, es decir, basarme en mi propia y limitada comprensión, cuando soy incapaz de tener una comprensión completa del Corán, cuando soy incapaz de abarcar el conocimiento de las ciencias del Hadiz, sin saber (tanto en el Corán como en el Hadiz) qué es lo abrogado y lo abrogante, qué es lo absoluto y lo relativo, qué es lo general y lo específico, qué es lo que tiene dudas y lo que es claro, qué es lo aparente y qué es lo textual, cuáles fueron las causas de la revelación, sin tener un conocimiento profundo de la lengua árabe…”
Continúa diciéndole luego (recuerda que él ha iniciado la discusión) “Así que considera tú mismo qué es lo mejor: seguir la palabra de alguien, que este la ha seguido de su maestro y este de su maestro, hasta llegar a uno de los grandes imames, reconocidos en el oriente y en el occidente de la Tierra como válidos, o la palabra de un ignorante que dice: “Allah dijo y Su Mensajero dijo…”.
Si después de esto todavía sigue con ganas de guerra, sigue empeñado en los suyo, le puedes decir: “Bueno, tú llamas a que cada uno haga su propio Iytihad, está bien, ¿conoces acaso cuáles son las condiciones previas, los conocimientos o requisitos previos que hay que conocer para poder hacer Iytihad?”. y esas condiciones según los ulamas del Usul al Fiqh son 13, que son las siguientes:
Condiciones del Idhjtihad:

  1. Ser musulmán.
  2. Ser responsable (mukallaf según la shari’a del Islam, y ya sabemos lo que es eso).
  3. Ser moralmente íntegro (‘adl) y llevar esas moralidad a todos los aspectos de tu vida.
  4. Ser conocedor de las circunstancias sociales del lugar y la época en que se vive. Este es un punto muy importante, ya que lo que quiere decir, es que una persona que vive en lugar determinado no puede hacer Iytihad para otra que vive en otro lugar de la Tierra y que tiene unas circunstancias completamente distintas.
  5. Ser perspicaz y tener agudeza mental e intelectual.
  6. Dominar ampliamente la lengua árabe. Y esto es tela, ya que eso implica conocer la gramática, la lexicología y la retórica, la sintaxis, la morfología.
  7. Conocer el Corán. Y aquí la cosa también se pone seria, porque esto implica conocer las distintas causas de la revelación de las diferentes aleyas que versan sobre la ley, sobre los ahkam; conocer las abrogadas y las abrogantes; conocer cuáles son todas y cada una de las aleyas que versan sobre la ley (unas 500 aproximadamente); conocer los comentarios del Corán efectuados por el Profeta –la paz sea con él–, los Compañeros, los Seguidores y los demás eruditos en la ciencia del Tafsir; conocer las distintas lecturas o recitaciones del Corán y las implicaciones jurídicas que sus diferencias puedan originar.
  8. Conocer la Sunna. Ello implica conocer todos y cada uno de los hadices que versan sobre la ley; conocer los abrogantes y los abrogados; conocer los transmisores de los hadices; conocer qué hadices especifican y restringen a otros en su aplicación jurídica; conocer la ciencia que versa sobre los distintos niveles de fuerza de transmisión que poseen los distintos hadices, el usul al hadiz, ya que hay hadices sahih, el hasan, el da’if, el que puede ser sahih, hasan y da’if, luego está el muttasil, el marfu’, el musnad, el mauquf, el maqtu’, etc. Hay muchas clases de hadiz y debes conocer todas estas categorías y saber de los hadices que versan sobre la ley, cuál está en qué categoría.
  9. Conocer los dichos de los Compañeros y verificar sus transmisiones, y aquí ocurre casi lo mismo que con el hadiz, que hay diferentes y numerosos grados.
  10. Conocer en qué puntos de la ley hay Consenso y en cuáles no, y con el consenso nos referimos al iyma’, del que también podríamos hablar largo y tendido.
  11. Conocer las reglas de la analogía y su perfecta aplicación, el famoso qiyas, que tiene mucha tela que cortar y del que ya la semana pasada estuvimos hablando un poco
  12. Dominar la ciencia de los Fundamentos del Fiqh (usul al-fiqh).
  13. Conocer los objetivos de la Shari‘a (maqasid ash-shari‘a) y su perfecta aplicación a fin de aplicar la ley equilibrando la letra y el espíritu de la misma y no con una rigidez que lleve al absurdo, la dificultad innecesaria y la injusticia.

Conoces también los diferentes aspectos que se han de tener en cuenta a la hora de emitir un juicio, como son: la Práctica de Medina, la opinión de un Compañero, el interés general (maslaha mursala), la evitación de pretextos (sadd ad-darai‘), la equidad (istihsan), las Leyes Reveladas anteriores a la Shari‘a, la presunción de continuidad (istis-hâb) y la costumbre (‘urf). ¿Sabes lo que es esto que estoy hablando?
Eres consciente de que por ejemplo al gran Imam Ibn Sirin, cuando se le preguntaba por algo de lo haram o lo halal, el color de su cara cambiaba, hasta tal punto se transformaba de tal manera que parecía una persona distinta; o el Imam Ahmad que prácticamente nunca afirmaba algo al cien por cien cuando se trataba de lo halal o lo haram, a no ser que fuera claro y evidente, si no que decía, en mi opinión, yo creo, espero que, lo más querido para mi… ¿Y tu vienes ahora a decirme que me olvide de todo eso y emita mis propios juicios y veredictos, dirigiéndome al Corán y a la Sunna?”.
Si después de todo esto, sigue queriendo discutir y no ha sido capaz de entrar en razón y continúa debatiendo con los mismos argumentos, entonces le dices assalamu alaykum y te das media vuelta, pues es una persona que tiene el corazón duro y el intelecto sellado, así que no hay nada de bien en seguir a su lado, y para enzarzarte en una discusión que no lleva a nada, lo mejor que puedes hacer es darte media vuelta e irte por donde habías venido.
Todo esto que acabo de decir, considero que es muy importante que lo conozcamos, sobre todo en estos tiempos que corren en los que vivimos cosas muy convulsas en lo referente a nuestro Din, pero he creído que tenía que decirlo, ya que aunque estoy seguro de que muchos de vosotros ya lo sabéis, escucharlo nunca está de mas, pues nos refuerza nuestra identidad y nos refuerza en nuestras bases, ya que realmente estas son nuestras bases y es muy importante tener las bases claras, pues teniendo las bases y los cimientos claros y firmes, podemos construir encima un edificio, y qué edificio más maravilloso, que el edificio del Islam.
Ahora bien, significa todo esto que hemos dicho, que el Islam, o el conocimiento del Islam o el conocimiento del Fiqh, que es en el que principalmente nos estamos centrando, el ta’lim que hemos mencionado al principio, sea algo rígido que está anclado en el pasado y que no nos permite evolucionar y vivir en los tiempos actuales? No, por supuesto que no, por supuesto que no lo es.
Y este es uno de los grandes problemas de hoy en día, el querer estructuralizar el Din, o el querer categorizar el conocimiento de nuestro Din. Y a esto se puede llegar, y espero que comprendáis bien esta frase que voy a decir, si caemos en el extremismo de aferrarnos rígidamente a las leyes, sin ningún tipo de conocimiento de la razón y la esencia del madhhab.
Debemos entender que el conocimiento del Din no es algo rígido, y de que lo que nos transmite el Mensajero de Allah, salla allahu alaihi wa sallam, y lo que nos transmiten los Imames después, en su origen, aunque desgraciadamente en muchos casos se haya convertido luego en eso, no es una serie de leyes fijas y estructuradas; el conocimiento que nos transmite el Mensajero Muhammad, que viene de Allah, subhanahu wa ta’ala es un camino, o es un patrón, a través del cual alcanzar nuestro propósito y objetivo en esta vida, que no es otro que adorar a Allah, o que conocer a Allah, lo cual lleva implícito, por supuesto, y sin ningún tipo de duda, la tranquilidad, el sosiego y la felicidad en esta vida, que conduce de manera natural a la felicidad en la próxima vida.
¿Para qué es enviado el Mensajero Muhammad, y el resto de los Profetas y Enviados? ¿Cuáles son las razones por las que son enviados? Son principalmente dos y son las que acabamos de mencionar: Al hidayatu ila ma’rifatil Jaliq, guiarnos en el conocimiento hacia a Allah, establecer la guía que lleva al conocimiento de Allah, y establecer un camino para la felicidad, tanto de esta vida como de la próxima, dando preferencia por supuesto a la de la próxima vida.
Podríamos añadir alguna mas, pero principalmente son estas dos o estas son las dos más importantes; y cuando el Profeta dice que tal cosa es haram, o que tal otra es halal, o cuando adopta alguna cualidad o comportamiento, lo hace o lo dice, para que nosotros lo pongamos en práctica, ya que al aplicarla en nuestras vidas estaremos alcanzado esos dos objetivos, estaremos caminando por la senda que conduce al conocimiento de Allah y estaremos transitando por el camino que nos aportará la tranquilidad y la felicidad necesarias para vivir en esta vida, lo que nos dará una posición elevada en la próxima.
Por consiguiente, el papel de los imames en la transmisión del conocimiento, o de la gente de conocimiento, esos que son los herederos de los Profetas y los Mensajeros, comenzando por los grandes imames del pasado, tiene dos vertientes, yendo las dos completamente unidas e interrelacionándose la una con la otra en todo momento.
Por un lado el conocimiento de lo halal y de lo haram, el conocimiento que marca el camino, porque eso es muy importante, no podemos alcanzar ni el conocimiento de Allah o la adoración correcta de Allah, ni la felicidad en esta vida y en la próxima si no es a través de este camino, por eso el Imam al Yunaid decía, que no hay conocimiento de Allah si no es siguiendo las huellas del Mensajero Muhammad.
Esta es una de las funciones de los imames, totalmente necesaria, que nunca se nos olvide. Es vital para nosotros y no debemos, no podemos menospreciarla y olvidarla. La otra, y esto es lo que diferencia a los grandes imames de los que no lo son, y por ello es la más complicada, es la transmisión de la esencia, de la luz, del alma, del corazón del Din y su implementación en el tiempo en el que vivimos.

EJEMPLO DEL ATAHIYATU Y LA SAYDA

“Los saludos son para Allâh, las buenas obras son para Allâh, las buenas palabras y las oraciones son para Allâh. ¡La paz sea sobre ti, oh Profeta, así como la misericordia de Allâh y su bendición! La paz sea sobre nosotros y sobre los rectos siervos de Allâh! Testifico que no hay más dios que Allâh, único y sin asociado; y testifico que Muhammad es Su siervo y mensajero”.
Es la transmisión de esa forma de vida, de ese patrón del que hemos hablado antes que es para toda la humanidad, con sus cambios de sociedades y de pensamientos, con sus ideologías y particularidades, con sus avances y sus retrocesos. Es ser capaz de romper las barreras del tiempo y el espacio para poder implementar correctamente el Din del Islam. Es ser capaz de salir de la rigidez, conociendo la sabiduría de los juicios y sus razones para poder aplicarla en tu mundo actual.
Es el tener la capacidad de conocer el mundo en el que vives, la sociedad en la que te encuentras, es conocer la sociedad en sus aspectos políticos, económicos y sociales, es la capacidad de comprender e interiorizar lo que nos ha transmitido nuestro Sheij durante años, es la capacidad de con los ingredientes originales, con el conocimiento original, como dijo Sheij Abdalhaqq en este mismo lugar hace algún tiempo, cocinar un nuevo plato del Islam, no recalentar el de siempre una y otra vez hasta tal punto que va perdiendo su sabor; si no con esos mismos ingredientes originales pero con las herramientas y las sutilezas del tiempo y el lugar en el que te encuentras, tener la capacidad de cocinarlo. Tenemos que tener la cosa en sí, no una mera imitación. Ninguna otra cosa servirá.
Y no cabe duda –y estos son palabras de Sheij Abdalhaqq– de que es una tarea no apta para cobardes. Exigirá una gran valentía, una entrega total y tener confianza plena en Allah.
Este es el papel de los Imames, de los maestros, de los shuyuj, esta es la función de la gente de conocimiento, esta es la responsabilidad que hay sobre los hombros de los herederos de los Profetas y los Mensajeros hoy en día, guiar a la gente a aquello a lo que guiaban los Profetas, con indulgencia como lo hacían ellos, con misericordia como lo hacían ellos, con inteligencia como lo hacían ellos, y realmente no es una responsabilidad fácil, no es un trabajo fácil, pero con valentía, con entrega y con confianza, estoy totalmente convencido, de que Allah, en su justicia y poder, lo hará posible. Y le pido a Allah que así sea.